El sábado por la mañana nos dirigimos hacia Mairuelegorreta, con idea de visitar y revisar la zona de San Ildefonso. A pesar de la desfavorable previsión que habían pronosticado, nos recibe un día maravilloso en las faldas del Gorbea; hace fresco pero Lorenzo calienta suficiente como para disfrutar de la subida a través el bosque desplumado por el invierno.
Nos dirigimos hacia una zona de la cueva donde ninguno de los participantes hemos estado antes. Nos proponemos, pues, saborear la extraña sensación de sentirnos exploradores en esta cueva que tantas veces hemos visitado y creemos por tanto conocer bien.
Ya que tenemos todo el día por delante y ninguna prisa por regresar, nos detenemos a tomar fotos en aquellas galerías que siempre atravesamos con prisa.
La cuesta de los Gours cerca de la entrada |
Tras dejar atrás Peña Grande y echar un vistazo a la Sala de la Cascada, llegamos a la galería de San Ildefonso, la recorremos sin prisas revisando los altos techos con bóvedas producidas por la presión.
Antes de lo que nos esperamos hemos recorrido la galería por completo y nos encontramos cerca de la Sima Madi, donde tomamos una cuerda de subida para ver a dónde lleva, y con gran sorpresa llegamos a otra zona conocida que más adelante nos conduce a la Zapatería. Sin duda una buena prueba de lo laberíntica que resulta Mairu.
En ese momento recordamos la pregunta que en una salida previa un amable senderista nos plantó al vernos salir llenos de barro por la boca: "¿Venís de hacer la circular?". Respondimos cordialmente que no, preguntándonos más tarde a qué se referiría aquel señor....
No ha sido pues, hasta esta salida cuando hemos recibido una respuesta, ya que desde donde nos encotramos decidimos regresar por la Zapatería en vez de volver por San Ildefonso. Sin haberlo planificado habíamos realizado una travesía circular en Mairuelegorreta !
Divertidos en parte, pero también decepcionados por la brevedad del paseo, ya que enseguida llegamos de vuelta al Elefante, decidimos abandonar definitivamente cualquier propósito de trabajo y dedicarnos exclusivamente a visitar aquellas zonas donde nunca hemos tenido oportunidad de "turismear".
Así pues, nos dirigimos de vuelta hacia la Cuesta de los Gours para buscar la entrada a la famosa diaclasa que esconde ese precioso meandro llamado acertadamente el Museo del Prado.
La pieza estrella de esta colección natural son sin duda las
estalactitas excéntricas que crecen caóticamente en una enramada de
calcita que cuesta describir con palabras.
Cuesta también seleccionar unas pocas fotos entre todas las que hicimos, ya que cada encuadre y recoveco resulta fotogénico en este lugar.
De este modo, disfrutando como chiquillos de estos tallarines calcáreos, se nos pasa la tarde y decidimos emprender el camino de vuelta a casa a una hora extrañamente temprana, felices y satisfechos por esta improvisada visita turística que nos hemos autoregalado.
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